Entendimiento
territorial: los caminos del Campo de
Montiel
El proyecto da comienzo con un
entendimiento territorial del lugar al tomar como punto de partida los caminos del Campo de Montiel. Caminos, donde según Cervantes,
debíamos buscar las huellas de Rocinante, cabalgado por el más famoso hidalgo
de todos los tiempos. No es baladí que el escritor eligiera esta zona
para describir las aventuras de su personaje si tenemos en cuenta los
históricos caminos que han atravesado estas tierras; desde la Vía Augusta, eje
fundamental de la caminería romana, hasta el Camino Real de la Plata.
Los caminos, comprendidos como ejes
articuladores del extenso territorio manchego, se cruzan y entrelazan,
encontrándose con pueblos y ciudades a su paso, estableciendo un orden cuya
magnitud solo es apreciable desde las alturas. Y es uno de estos caminos el que
nos llevará hasta lo alto del Castillo de la Estrella, donde poder contemplar
la infinita extensión del Campo de Montiel y dialogar en igualdad con el vecino
Castillo de San Polo.
El camino comienza junto
a la actual iglesia de Montiel, estableciendo una conexión temporal con los
restos de la Iglesia de la Estrella. Dignificamos de esta manera la necesaria
relación física entre la ciudad de Montiel y el ámbito arqueológico. Este lugar
se convierte en el punto de partida del recorrido, comenzando en una plaza que
nos va introduciendo a través de cartelería en el apasionante mundo del Montiel
medieval. Una vez hayamos asimilado las pautas históricas del lugar estaremos
listos para comenzar la subida por el cerro
.
Recorrido secuencial: un descubrimiento dinámico
“
El cerro es un elemento más a descubrir
”
A lo largo de este camino nos vamos
deteniendo en una serie de paradas que dan cuenta de la vida del Campo de
Montiel y la Villa, un paseo a través de la historia que nos ayuda a entender de manera global el
lugar. Ascendiendo por el camino, nos liberamos del plano de la gleba y tomamos
consciencia de nuestra posición en el espacio al tiempo que dichas paradas nos
permiten contemplar pausadamente el Castillo de la Estrella situado en lo alto,
al cual nos iremos acercando al tiempo que lo rodeamos. Al mismo tiempo, al
ascender por el cerro progresivamente, ponemos a éste en valor y enfatizamos su
pertenencia al ámbito de protección arqueológica del Castillo de la Estrella.
El cerro, así, es un elemento más a descubrir durante la visita.
“
Observando al observador
”
Durante la ascensión nos encontramos en
una situación de constante confrontación con el Castillo al ir descubriéndolo
de manera gradual. Se genera entonces una dualidad opuesta por ser ahora el
observador panóptico el que es observado; un observador que exhibe sin
prejuicio su decadencia. Nuestra percepción del Castillo siempre será cambiante
al estar conociéndolo de manera dinámica durante el recorrido, comprendiendo
mejor su estructura y morfología. El Castillo es de enorme interés en todos sus
lados, y eso es algo que debe ser resaltado.
“
Un camino accesible
”
Este dilatado camino permite resolver
uno de los puntos cruciales del proyecto: la accesibilidad. El camino, que
nunca supera el 5% de pendiente, permite que se pueda acceder a los restos
arqueológicos con facilidad, salvando el importante desnivel que existe entre
la población de Montiel y la Iglesia de la Estrella. Sin embargo, es importante
señalar que el acceso desde la travesía de San José se mantiene, si bien este
se resuelve con un sistema de “rampa italiana” que permite el acceso al Centro
de Interpretación.
La plaza arqueológica: una nueva oportunidad
Llegado el momento alcanzamos la
denominada “cota arqueológica”, sobre la que se organiza todo el Centro de Interpretación.
Este punto se sitúa sobre el depósito de aguas lo que permite eliminar el
impacto visual de éste durante el recorrido y no alterar así la perspectiva de
los restos de la Iglesia de la Estrella. No obstante, el depósito de aguas no
se considera un inconveniente, sino todo lo contrario. El depósito es una nueva
oportunidad: una plaza arqueológica a
modo de antesala del Centro de Interpretación. Un nuevo plano desde el que
poder observar la extensión del Campo de Montiel.
“ C
oncentrar los servicios,
liberar la iglesia
”
Los equipamientos auxiliares, despacho y
zona de recepción de visitantes se concentran y desplazan sobre la plaza
arqueológica. Se sitúan junto a la ladera a modo de muro de contención; un
lienzo de textura tosca que dialoga con la tierra del cerro. De esta manera
liberamos la iglesia de cualquier elemento que altere su correcto
entendimiento; así, la lectura de sus espacios originarios es potenciada.
El Centro de
Interpretación: cubrir sin descubrir
Dejamos atrás la plaza arqueológica y seguimos el camino para llegar al Centro de
Interpretación. El camino atraviesa tangencialmente las ruinas para convertirse en una
esbelta y sencilla pasarela que organiza el recorrido del Centro. Un edificio que toma
prestado el carácter temporal y efímero de las cubriciones tradicionales de trabajos
arqueológicos, un plano inclinado, acotado y definido que, como cubierta, protege a las
ruinas de las inclemencias exteriores al mismo tiempo que permite un adecuado condicionamiento
interior para la conservación de las ruinas y piezas que allí se muestren.
El Centro potencia la lectura espacial de la Iglesia al situar una línea de pilares paralelos
a el eje de los muros longitudinales, permitiendo que la comprensión espacial e histórica
sea mucho más completa.
Esta cubierta inclinada refuerza la idea de universalidad, al adosarse humildemente a la
pendiente del cerro para no competir con la potencia arquitectónica del Castillo.
Mientras que la cubierta modulada y ortogonal facilita la experiencia de un movimiento
visual y virtual del espacio a través de la construcción, una sección inclinada y perfilada
a conciencia que facilita los movimientos reales del aire y la ventilación, además de
prestar al espacio una direcccionalidad y un carácter definidos. En la geometría ortogonal,
todas las direcciones horizontales tienden a tener un valor equivalente, mientras
que una sección modelada crea la jerarquía direccional de frente, trasera y laterales. La
articulación dinámica de la sección permite apoyarse en las corrientes de aire en combinación
con presiones atmosférica positivas y negativas.
El Centro, que bien podría ser comprendido como una cubierta climatizada, evoca lejanos
recuerdos de estructuras vernáculas y tradicionales. El edificio es único, tradicional,
racional y emotivo, fuerte y sútil, todo al mismo tiempo.
La cubierta se acota con una ligera celosía que delimita el ambiente climatizado interior
de los ámbitos de umbráculo exterior, diferenciando entre estancias sin generar un límite
marcado y definido. Las sombras, reflejos y penumbras, se encuentran por todo el
proyecto, cargándole de una potente sutileza.